viernes, 8 de enero de 2010

Flores que se piensan comunes y corrientes hacen que los días sean poco comunes y corrientes

Por Andrea Garza
Alumna de Comunicación
Marzo de 2009

Las flores están presentes en el transcurso de la vida de las personas y, muy pocas veces, la gente, en general, se llega a percatar de tal hecho.

Cuando naces y llegas a la habitación con la cara arrugada debido al esfuerzo del parto, flores de diversos colores te reciben para darte la bienvenida a esta nueva vida; sin embargo, el que envió las flores pensó en tu madre y a ti te mandó la sonaja y el chupón.

Después de un par de años, ya en el kínder, la maestra te entrega una flor para que se la regales a tu mamá al terminar el evento del día de las madres, lo haces y todavía no comprendes porqué a ella se le escapan dos discretas lágrimas junto con una amplia sonrisa cuando le entregas la flor, pero eso te hace sentir bien.

Al pasar los años y estando ya en secundaria, los muchachos compran la rosa de cinco pesos en la kermés del día del amor y la amistad para “llegarle” a la niña que les gusta y ella, gustosa, recibe su flor sin ser consciente que ese detalle va a estar guardado eternamente en su mente.

En preparatoria y universidad las mismas pretensiones de secundaria resurgen, sin embargo, uno hace escala en una florería para comprar un bouquet de flores de cien o cuatrocientos pesos pues el capital ya es un poco amplio.

Por fin llega el momento de la boda en el cual el ramo se comparte con las alocadas amigas, primas y tías solteronas que están atrás de la novia, como jauría, esperando atraparlo sin importar perder uñas, tacones, dientes y porte.

Continúa el paso de los años y las flores fueron recibidas en varias visitas al hospital por pequeños descuidos con el piloto del calentador, en eventos románticos, cumpleaños y en los días en el que cualquier pretexto era motivo de una flor. Hasta en la oficina más gris el ver a alguien pasar con un arreglo floral para entregarlas al compañero del fondo hace que varias sonrisas se formen al paso de las flores.

Y, finalmente, como en todo ciclo, llega el momento de partir hacia otro mundo. Y es en tu funeral cuando se te despide de la misma manera en como se te recibió, con flores, la mayoría blancas, pero no falta aquél que entrega el arreglo floral con un estallido de colores.

Puede ser que las flores se marchiten, en una semana o en dos, pero jamás se va a marchitar el buen sabor de boca que dejaron en lo que se pensaba era un día común y corriente.

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