viernes, 8 de enero de 2010

Periférico, 7 a. m.

Por Andrea Garza
Alumna de Comunicación
Noviembre 2008

¡Es una peregrinación!, ¡No!, ¡Es una manifestación!, ¡No!, ¡Es un estacionamiento!, ¡No!, ¡Es el periférico a las 7am entre semana!

Los momentos de unidad única en la ciudad los trae el periférico, donde todos luchamos por el mismo objetivo, que es llegar a tiempo al trabajo, a la escuela, a la casa y a un sin fin de lugares más. Tanta es la unidad que me atrevo a decir que siento cierta soledad los domingos al pasar por Chapultepec a las seis de la tarde o siete de la mañana y verlo vacío, se extraña a todos esos cientos de automovilistas que me suelen hacer compañía durante dos horas para llegar a mi destino.

Gracias a mis múltiples visitas al periférico me he dado cuenta que es un excelente lugar, en un momento específico, para hacer un estudio antropológico del ser humano frente al volante, ya que si prestas un poco de atención a lo que ocurre a tu alrededor puedes apreciar el surgimiento de una nueva sociedad donde:

*Se desarrolla un muy lucrativo taller de lectura mientras se pisa el freno y acelerador.

* Es cocina y restaurante con buffet, pues puedes observar con cierto gusto cómo el individuo de al lado consume con deleite su yogurt, su quesadilla, su dona o su café. Si te dio hambre en ese momento y no traes nada para calmarla, no dudes en aplicar el buffet que mencioné anteriormente donde puedes comenzar con los churros que vende el amigo del carril de en medio y complementarlo con un fabuloso lunch de diez pesos que vende el compañero del carril de baja velocidad, y si por la tarde de regreso a casa se te olvidó el detalle de la cena, no te apures, hay unas gorditas de nata que todo lo pueden solucionar.

* Los mitos y leyendas de esta sociedad con respecto al pésimo conducir del género femenino ha quedado en duda gracias a la minuciosa observación de éste género que ha evolucionado junto al coche. Haciendo alarde de su capacidad para almacenar en los dedos de una mano delineador, lápiz labial, rimel y, si quieren, enchinador de pestañas, dejando la otra mano libre para aplicar dichos materiales en las zonas requeridas con o sin espejo, todo esto mientras conducen.

*La adaptación del ser humano a este ambiente le ha ayudado a recuperar el sueño perdido en un abrir y cerrar de ojos -en cuatro segundos-, tiempo que uno tarda en volver a avanzar unos cuantos centímetros.

*Las prácticas de canto o de apreciación musical tampoco se quedan atrás. El individuo practica el canto o pone a prueba su conocimiento musical con dos jueces en ambos lados que le dan una calificación subiendo o bajando la ventana de su automóvil.

*Para aquellos que todavía no tienen definida su actividad a realizar, tienen la oportunidad de “autistear” un rato frente a todo un mundo de espectaculares que los invitan a eliminar las adicciones de drogas y alcohol con una “institución” o clínica similar a Oceánica, mientras que veinte metros adelante y del otro lado de la avenida tenemos a Bacardí, listo para celebrar el éxito de dicha institución.

*En cuanto a la conducta de esta sociedad, me llama mucho la atención el sentido de aventura y reto al peligro de automovilistas saltándose camellones, o bien, saliéndose del periférico por las entradas de éste en una veloz y arriesgada reversa. También es curiosa la respuesta que tienen entre ellos cuando se usan las direccionales, pues todo parece indicar que al anunciarse, de forma opuesta a lo que esta señalización incita, todos se compactan para no dejar pasar. Y no olvidemos a aquellos que al escuchar el claxon del de atrás se frenan para darle un muy buen motivo para tocar el claxon.

Así como un estudio antropológico de esta sociedad, se pueden hacer muchos más centrándonos sólo en el Periférico. Por ejemplo, si nos ponemos en los zapatos de los biólogos, no estaría nada mal estudiar a la especie “microbús -brutus” y sus miles de formas de poner a prueba la inseguridad al manejar y las habilidades de los que los rodean.

En fin, muchas personas creen que perdemos el tiempo en el Periférico, que la vida se nos pasa de largo en él, y probablemente es cierto, pero también lo es que está en nosotros que ese tiempo no sea del todo perdido. Hay tantas cosas que ocurren a nuestro alrededor, que se esconden detrás de la palabra cotidiano y no las apreciamos, haciéndonos ver un día como cualquier otro.

Dentro de lo cotidiano está lo extraordinario, anímate a encontrarlo.

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