viernes, 8 de enero de 2010

Nacionalismo mexicano

Por Alejandra Olay
Facultad de Derecho y Estudios Internacionales
Septiembre de 2008

Otro año más vivimos el mes patrio y, como es costumbre, todos sentimos el nacionalismo a flor de piel. ¿Ahora bien, qué es el nacionalismo? El nacionalismo comúnmente se entiende como el sentimiento de pertenencia a la nación propia. La consecuente pregunta sería: ¿cuáles son los elementos que nos dan ese sentimiento de pertenencia?

Yo considero que, en primer lugar, nuestro orden jurídico. Nuestra Constitución Política Federal, de manera categórica establece que la Nación Mexicana es única e indivisible, acotando que tenemos una composición pluricultural sustentada originalmente en los pueblos indígenas que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas. ¿Significa eso que podemos todos los mexicanos compartir un elemento común respetando nuestras especificidades? Me parece que la respuesta es sí. Para nuestro constituyente ha sido más importante encontrar elementos de unidad que de dispersión, buscando conservar las tradiciones en todo momento.

Además de nuestro orden jurídico podemos mencionar el elemento lingüístico. Quisiera destacar que, aunque el castellano es nuestra lengua oficial, se hablan más de 85 lenguas y dialectos en nuestro territorio. EL náhuatl lo hablan más de 1, 500, 000 personas, el zapoteco más de 400, 000 y el mazahua más de 130, 000

Otro elemento común a destacar es que compartimos festividades que reflejan nuestras tradiciones e historia, como el Día de la Independencia, el Día de la Bandera, el Aniversario de la Revolución, el Día de Muertos, entre otros.

Nos identifican también nuestros símbolos patrios, cada uno con una historia y significado propios.

No obstante, convendría replantearnos si el nacionalismo no debe ser entendido como algo más que un sentimiento. A partir de nuestro bagaje cultural, los mexicanos podemos apoyarnos en el nacionalismo para dar solidez a una estrategia de inclusión; inspirados en él, podemos encontrar una forma de cohesionar nuestro tejido social, de retener a nuestros connacionales para evitar el fenómeno de la migración ilegal e incluso, elaborar propuestas para mejorar nuestra competitividad nacional.

¡Qué bendición si pudiéramos lograr todo eso! Sin embargo, la estafeta no le corresponde sólo a nuestras autoridades, no es una cuestión únicamente de políticas públicas. Hace falta que la sociedad civil tome el liderazgo en varios temas, urge que todos nos reconozcamos agentes del cambio.

Si cada uno de nosotros acepta con gusto su papel en este diario escribir de nuestra historia, valdrá la pena decir con orgullo… que somos mexicanos.

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